Un año y 25 días después del asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta, la familia de Daniel Sancho vive las últimas horas de angustia a la espera de la sentencia que dictaminará la condena del chef. Esta, ya se encuentra escrita y revisada por la Corte de Koh Samui, pero no se conocerá hasta el próximo 29 de agosto. Sin embargo, Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo ya se han desplazado a Tailandia para ofrecer todo su apoyo a su hijo.
Desde allí, el equipo de defensa se mantiene optimista con la resolución, la cual esperan que no alcance la pena máxima de cárcel y la posibilidad de enfrentarse a la pena de muerte. Sus abogados mantienen que Arrieta murió a causa de una fuerte pelea entre los dos y no de manera premeditada como se comentó tras conocerse lo sucedido.
Para ello, Ramón Chipirrás, portavoz de Rodolfo Sancho, ha emitido unas palabras de parte del actor en el plató de Vamos a ver de Telecinco: “Estamos optimistas, satisfechos de como se estaba desarrollando el juicio, es lo que nosotros hemos sentido. A partir de ahí calma tensa, dentro de 48 horas sabremos…”.
Además de su positivismo en cuanto a la sentencia, Sancho no ha querido olvidar a la familia de la víctima y ha aprovechado la ocasión para enviarles un mensaje: “Quiero mandar un abrazo a la familia de Edwin Arrieta”, comenzaba Chipirrás, mientras revelaba que el intérprete “está viviendo esto de manera muy tensa. Con ganas de que llegue el jueves y saber qué pasa”.
Este mismo martes, Rodolfo Sancho se ha acercado a la prisión de la isla tailandesa de Samui para visitar a su hijo junto con su abogado Marcos García Montes, quien también se ha sumado al encuentro. Según ha indicado el letrado en el programa La mirada crítica, Daniel “está muy tranquilo esta mañana (…) Se le ha explicado concretamente cuál es el marco procesal en el que nos encontramos”. Además, padre e hijo no solo han hablado de sus problemas legales, sino que también han empleado el tiempo que tenían para hablar de “temas personales”, por lo que él ha decidido abandonar la sala y otorgarles más privacidad.
Aún así, el tema que rodea a todas sus conversaciones son las posibles opciones a las que se enfrenta el chef, las cuales García Montes ya le ha explicado. Si consiguen demostrar que no fue un asesinato premeditado, “estaríamos en un abanico de homicidio doloso, que tiene de 15 a 20 años”, ha indicado el abogado. Sin embargo, esta opción no es una sus posibilidades, ya que “él no llega y mata”. Para el equipo, el único caso posible a aceptar sería un “homicidio culposo o imprudente”, el cual llevaría al nieto de Sancho Gracia a estar en prisión entre 3 y 15 años si es considerado como grave, o de 0 a 10 años si lo consideran como leve.
En solo 48 horas se conocerá qué sentencia recibirá Daniel Sancho por los hechos cometidos al cirujano Edwin Arrieta. El pasado lunes, el cocinero rompía su silencio y concedía a la agencia EFE unas palabras en las que alegaba estar “preparado para lo mejor y para lo peor”. Por otro lado, las únicas palabras dirigidas hacia la familia de la víctima las emitió durante el juicio: “Siento que se haya perdido una vida y que unos padres hayan perdido un hijo. Siento que su familia no haya podido enterrarlo en condiciones. Siento lo que hice después de la muerte”.
La incorporación de los niños a la guardería por primera vez puede ser vivido como un acontecimiento estresante tanto para padres y cuidadores como para los hijos, por lo que es necesaria «una adaptación previa y progresiva para vivir este momento de cambio con naturalidad y alegría», según ha indicado Alba Jurado, psicóloga infantil y juvenil del Hospital Quirónsalud Córdoba.
Alba Jurado ha explicado que las emociones que atraviesan los padres en esta etapa son a menudo minimizadas y vividas en soledad, ya que supone un cambio en la rutina diaria que requiere una reorganización familiar. En este sentido, ha afirmado que cuando hablamos de la adaptación de un niño a la guardería, las habilidades de afrontamiento de los padres juegan un papel fundamental, por lo que «es importante abordar cómo actuar en estos momentos, lo que les capacitará para hacer de agentes contenedores de las emociones de sus hijos y garantizar una correcta adaptación en el inicio de su escolaridad».
Para que el proceso de adaptación sea lo más exitoso posible, es aconsejable anticipar las rutinas que tendrán lugar durante el curso escolar. Para ello, unos días antes del comienzo del curso, habría que instaurar progresivamente en casa unos horarios parecidos a los que tendrán en el centro educativo.
Es importante evitar que coincida el inicio de la guardería con aprendizajes de nuevos hábitos como control de esfínteres, cambio de habitación o retirada del chupete. Es mejor posponer objetivos conductuales en casa hasta que pasen algunas semanas y «nos aseguremos de que el niño está completamente adaptado a la guardería», ha señalado la psicóloga infantil.
Mostrar una buena actitud es fundamental para facilitar la incorporación, para ello no debe asociarse la guardería con llanto o con emociones negativas en casa. «Anticipar que el niño reaccionará mal o llorará no es acertado, incluso cuando los niños no lloran no significa que ya esté adaptado, así que debemos ser pacientes y estar abiertos a sus cambios de comportamiento», ha afirmado.
Hay que realizar una visita previa a la guardería con el niño para conocer las instalaciones, al profesorado y resto de personal, con el fin de «familiarizarnos con el nuevo entorno cuanto antes». Alba Jurado ha destacado que, en la medida de lo posible, es conveniente hacer los reajustes necesarios en el ámbito laboral para acompañar a los pequeños y que sea papá o mamá o ambos quienes los lleven y los recojan los primeros días.
Es recomendable dar importancia a la puntualidad, intentando dejar al niño y recogerlo siempre a la misma hora y evitar retrasos o imprevistos de último momento. Apostar por la incorporación progresiva es una buena táctica, según la psicóloga, la mayoría de las guarderías cuentan con un período de adaptación durante el cual van aumentando las horas de asistencia a la guardería hasta alcanzar el horario completo. Otra recomendación a tener en cuenta es que, a la hora de despedirnos, «tenemos que mostrar seguridad y no alargar las despedidas. Lo ideal es acercanos y despedirnos siempre mostrando seguridad y confianza».
Además, al recogerlo de la guardería, «es beneficioso dedicarle un tiempo extra haciendo alguna actividad agradable para el niño en nuestra compañía y ser tolerantes con los cambios de comportamiento fuera de casa, ya que pueden mostrar irritabilidad, cambios en el sueño o retroceso en algún hito del desarrollo», ha destacado Alba Jurado.
Los padres de hoy están más estresados que nunca.
Y no es una sensación: una encuesta reciente de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por su sigla en inglés) arrojó que casi la mitad se siente abrumadoramente estresado todos los días, frente al 25% de quienes no tienen hijos.
Además, el 66% de los padres informaron estar “consumidos por preocupaciones relacionadas con el dinero”, en comparación con el 39% de otros adultos que no eran padres.
Será por eso que el director de sanidad de Estados Unidos, doctor Vivek Murthy, declaró que el estrés parental es un tema urgente de salud pública, y reconoció que los niveles de agotamiento físico y mental que experimentan los padres hoy puede deteriorar su salud y bienestar, y, en consecuencia, afectar negativamente a sus hijos.
“El estrés parental puede entenderse como el agotamiento que viven los padres constantemente en una época en la que está bien visto el multitasking, y los adultos están todo el tiempo atados a las actividades de los chicos, los horarios del trabajo, las tareas del hogar, las actividades propias, etc”. Así comenzó a definir ante la consulta de Infobae la licenciada en Psicología especialista en crianza y orientación a padres y coautora de Adolescencia divino tesoro, Lorena Ruda (MN 44247).
Y tras analizar que “quizá en otras épocas era más común que los padres eran los que salían a trabajar y las madres se ocupaban de las cuestiones de la crianza y de todo lo que tenía que ver con los chicos”, destacó que “pese a que ahora por suerte esas tareas están repartidas, las mujeres también trabajan fuera de casa y las exigencias se multiplican”.
Para la licenciada en Psicología con orientación Perinatal y Reproductiva María Agustina Capurro (MN 69748), lo que viven las madres y los padres de hoy “es un fenómeno social con correlato clínico e impacto en la salud integral que debe ser leído en clave de época”.
“El estrés y/o burnout parental derivado de las desafiantes tareas de compatibilizar vida laboral, presiones económicas, la ausencia de red y políticas que acompañen y sostengan la crianza y los cuidados es una realidad epocal poco estudiada pero con mucha presencia clínica y también en las calles”, agregó a Infobae.
“Además, en Argentina, se suman las preocupaciones económicas, las posibles pérdidas de trabajo y diferentes situaciones socioeconómicas que llevan también a un estado de ansiedad dentro de las casas, que también hace que los adultos estén estresados”, observó Ruda, para quien “esa situación indefectiblemente se pone en juego a la hora de estar adentro de casa con los hijos”.
En una nota previa con este medio, el psicólogo y sexólogo Mauricio Strugo (MN 41436) había expresado que “los padres de hoy están sumamente comprometidos con la crianza. En el caso de los hombres, muchos son más conscientes de la importancia del trabajo en equipo, ya que comprenden el valor de su participación en la educación de sus hijos, y porque no tienen más opción que turnarse para cumplir con todas las responsabilidades diarias que parecen no tener fin”.
Según él, “esta forma de vivir corriendo entre el colegio, el trabajo y tratando de que todo esté listo para que todos se vayan a dormir temprano, con el fin de cerrar el día de la mejor manera posible, genera un desgaste que, al repetirse diariamente, se convierte en estrés crónico, lo que finalmente provoca tensiones dentro de la familia e incluso separaciones y divorcios”.
En la misma línea, otra encuesta realizada en los EEUU mostró que el 65% de los padres y el 77% de los padres que crían solos declararon experimentar soledad, en contraste con el 55% de quienes no tienen hijos. El aislamiento y la sensación de soledad pueden intensificar las presiones que enfrentan los padres, ya que “la conexión social actúa como un amortiguador del estrés”, señaló Murthy. Y reconoció que “cuando las personas se sienten aisladas, incluso los factores estresantes cotidianos pueden volverse agobiantes”.
Acerca de cómo aliviar la carga y abordar mejor las necesidades de los padres de hoy, el funcionario estadounidense consideró que tanto los gobiernos nacionales como locales, las empresas y empleadores y los propios individuos deben adoptar medidas que faciliten “la flexibilidad que las necesidades inesperadas de cuidado infantil” muchas veces requiere.
Y fue más allá, al analizar de qué manera, la vida moderna diluyó a las “tribus” o redes de contención que históricamente formaban las familias para hacer frente al cuidado de los más chicos. “La realidad es que la crianza de los hijos, en su forma más completa, es una actividad en equipo. Durante milenios, las personas han criado a sus hijos en conjunto -sostuvo Murthy-. La idea de que la crianza es únicamente responsabilidad de una o dos personas no refleja cómo ha vivido la humanidad durante la mayor parte de su historia. Criar a los hijos requiere el respaldo de la familia, los amigos y una estructura social que reconozca la importancia fundamental de esta tarea”.
Con él coincidió Capurro, para quien “que las tareas de cuidado, de alta responsabilidad y carga horaria son estresantes y requieren de andamiaje no es novedad, y es por eso que se vuelve clave una mayor sensibilidad sistémica para contener y acompañar”. Y agregó: “La vida en las ciudades, y las mujeres y su inserción en los trabajos remunerados sumado a las mapaternidades en edades más avanzadas son algunos de los indicadores de época que han llevado a los padres de hoy a criar con menos red familiar/social, con todo lo que eso conlleva”.
“Mayor psicoeducación, sensibilidad social, políticas públicas que acompañen y regulen por ejemplo la conciliación de la ‘vida familia’ y la ‘vida laboral entendiendo que todo es vida y valorando el rol social fundamental que tienen las familias en los tiempos de crianza de las infancias” son para ella requerimientos que deberían ser tenidos en cuenta por todos los actores sociales.
Sobre el final, Capurro destacó que desarrollar niveles de estrés sostenido como el que se vive actualmente “impacta en la calidad de vida y en la salud mental e integral, con síntomas como el insomnio, malestares gastrointestinales, dolores musculares entre otros”.
En ese sentido, y tras destacar que “la vida es mucho más que estar corriendo para llegar a todos lados, cumplir con horarios, tener la comida lista a determinada hora, estudiar matemática con un hijo y llegar a buscar a baile a la hija”, Ruda consideró que “este ritmo hoy está naturalizado y la realidad es que se vuelve imperioso poder encontrar momentos para bajar de esa vorágine en la que los padres están inmersos”.
De allí que para ella se vuelve primordial “tener espacios de ocio y de recreación, tanto los grandes como los chicos, para poder tener un lugar de descarga y de conexión con lo placentero”.
“Es importante poder registrar cuando se está colapsado, desbordado o estresado para poder bajar las exigencias con nosotros mismos y darse el lugar a no poder con todo -enfatizó la especialista-. Los padres y las madres de esta época están en todo muy a la vez y a veces hay que poder saber cuáles son las propias limitaciones y hasta dónde uno puede”.
En este punto, “el aprendizaje de delegar algunas responsabilidades genera alivio”. “Saber delegar o pedir ayuda puede ser una herramienta útil para que la carga esté un poco más repartida”, remarcó Ruda, para quien “se sabe que por excelencia las mujeres tienen una carga mental mayor que la del varón en relación a cómo funciona la casa, las actividades de los chicos, los útiles escolares que tienen que llevar, la plata para la excursión, etc. Las mujeres en general tienden a estar ocupadas y preocupadas por estas cuestiones, por lo que aprender a pedir y a delegar puede ayudar a disminuir esa carga”.
A su vez, en su mirada, “como la responsabilidad de sostener económicamente a la familia ahora también está repartida, eso ayuda a los varones a tener menos presión, ya que en otras épocas toda esa responsabilidad de sostén era del varón y las preocupaciones estaban repartidas también”. “Hoy las mujeres también tienen la posibilidad de ser sostén del hogar, pero falta delegar la carga mental y creo que la clave es lograr ese equilibrio para poder estar menos estresados”, concluyó.